Recogemos nuestra uva en septiembre para su posterior traslado a la bodega. Una vez en la bodega, previamente analizada, se procede al estrujado de la uva. Es el momento en que se rompen los granos para comenzar a extraer el mosto, lo que se llama el estrujado y prensado.

Para la elaboración de vino tinto, se introduce el mosto junto a los hollejos en depósitos de acero inoxidable a temperatura controlada para que maceren. Aquí da comienzo la fermentación alcohólica en la cual el azúcar del mosto se convierte en alcohol gracias a las levaduras naturales.

Tras este proceso, comienza la fermentación maloláctica en la cual intervienen las bacterias lácticas, que se encuentran de manera natural en la uva. Su misión es transformar el ácido málico en ácido láctico y así se consigue la disminución de acidez en el vino. Además, a nivel químico, el vino se estabiliza.